Diego Rivera pintó su primer mural en el interior del Anfiteatro Simón Bolívar en 1922. La Creación fue realizada a la encáustica, técnica a base de resina de copal emulsionada con cera de abeja y una mezcla de pigmentos fundidos con fuego directo, en el muro del proscenio y en lo que fue la concha acústica para un órgano monumental colocado hacia 1910.
Dentro del nicho está la célula original, de donde surge la figura del hombre, con los brazos abiertos en cruz. La flora y la fauna fueron producto de las observaciones del artista durante un viaje que había realizado por el istmo de Tehuantepec. En la parte central superior del mural un semicírculo azul simboliza la energía primaria que es proyectada en tres direcciones. Los paños laterales corresponden al hombre y a la mujer, desnudos y sentados: Los modelos fueron Amado de la Cueva, su ayudante, y Lupe Marín, con quien Diego se casó.
Carmen MondragónLas figuras del lado derecho personifican la fábula; el conocimiento, con manto azul y oro; la poesía erótica, en quien se reconoce a Carmen Mondragón, llamada Nahui Ollin por el doctor Atl; la tradición es Luz Jiménez, una indígena del sur del Valle de México, con vestido y rebozo carmesí. Sobre este grupo se encuentra la tragedia, con el rostro cubierto con una máscara teatral. Las figuras de pie con halos dorados representan a las cuatro virtudes cardinales: la prudencia; la justicia, la fortaleza y la continencia. Las modelos fueron Julieta Crespo de la Serna, María Dolores Asúnsolo, actriz conocida como Dolores del Río y Lupe Marín.
En el paño izquierdo aparece la música cubierta con una piel de oveja y tocando una doble flauta. Luz JiménezEl canto es la figura de Lupe Marín, con vestido rojo y tres manzanas de oro en su regazo; la comedia, contrastando con la tragedia del paño derecho, es la actriz de tandas Guadalupe Rivas Cacho con trenzas y rebozo, y la danza, de pie con los brazos en alto. En segundo plano se encuentran las tres virtudes teologales: la caridad, la esperanza y la fe, representada por Luz Jiménez. Sobre los paños se encuentran dos figuras aladas sentadas sobre nubes: la ciencia y la sabiduría. La maestra y escritora Palma Guillén y Luz Jiménez fueron las modelos para estas representaciones.
Personalmente, este mural me gusto bastante, me pareció muy interesante como Diego Rivera aprovecho la parte del fondo, para darle profundidad a su mural, el como aprovecho el espacio para darle un toque único a su mural.
Aunque de primera instancia el mural puede evocarnos a algún cuadro religioso de la época de la Nueva España, ya analizando la obra, podemos darnos cuenta que no hay ninguna relación que nos lleve a algo religioso, incluso, en la parte central del mural, se coloca al hombre y a la naturaleza y no a Dios, a mi parecer, es como un tipo de juego que quiso hacer Diego Rivera.
También me parece muy interesante, como el hombre y la mujer no están dando totalmente la cara, el hombre da la espalda al observador y la mujer solo muestra el perfil. Así mismo, me resulta muy curioso que Diego Rivera usara modelos para todos los personajes de su obra, que no idealizara o creara a un personaje para representar la fábula, la danza, la música, etc. Tal vez sea un mensaje que quiera mostrar, el que no es necesario tener la imagen de alguien divino para representar algún aspecto de nuestra vida, o que simplemente, haya querido inmortalizar de cierto modo a sus modelos.